Para el día del fin del mundo

Nunca pensé que sentiría lástima por unas angulas, pero si vamos a morir todos...

Nota:

En la cena de Navidad en casa de la amona tomamos angulas y tuve la suerte de estar con ella mientras las preparaba. Tenía guindilla en remojo ya partida en aros finos (se parece a la gindilla de espelette); al tiempo de servir, puso aceite -oliva refinado- a calentar en una sartén grande de fondo de teflón - con capacidad para medio kilo de angulas- y le añadió 3 dientes de ajo golpeados - enteros, incluso con la piel- y los tuvo un ratito prestando muchísima atención al dorado y los retiró; luego añadió las angulas al aceite con objeto de calentarlas -insistió mucho en que no se tienen que freir- añadió la guindilla y no paró de removerlas hasta pasarlas a cazuelitas de barro las en que se sirven (que previamente calentamos en el horno con un poco de agua -les puse poco en la idea de evitar que el barro se rajara). Se comen con tenedor de palo.

La receta de la Wikipedia.
Sobre la guindilla, también en la Wikipedia.

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